... ... La Resistencia Libertaria: ¿Culpable por ser fumador?

viernes, 30 de noviembre de 2007

¿Culpable por ser fumador?

Una interesante reflexión de Javier Marías. Escritor español

Durante casi 40 años, la dictadura de Franco trató a los españoles como si fueran menores de edad. Parecería, sin embargo, que sigue habiendo entre nosotros gente que añora aquella época.La nueva ley antitabaco en España, que entró en vigor con el nuevo año y prohíbe fumar en los lugares de trabajo y restringe hacerlo en muchos bares y restaurantes, lo ilustra claramente: es un ejemplo evidente de un Estado que trata de regular las vidas y hábitos privados de sus ciudadanos. Como tal, es una medida que le sienta mucho mejor a Franco que a una democracia.Debo aclarar de inmediato que soy fumador, como casi un tercio de mis compatriotas españoles, y nunca he tratado de dejar. Sé que fumar no es bueno para mi salud, pero tampoco lo es caminar por las calles contaminadas de Madrid o Barcelona, ni vivir en un mundo donde Estados Unidos se niega a adherir al Protocolo de Kyoto.Muchos de mis amigos también son fumadores; muchos no. Pero siempre hemos podido manejarnos preguntando si a alguien le molesta que fumemos, sin intervención del gobierno.Por supuesto, los no fumadores no deberían ser sometidos al humo residual ni obligados a sufrir sus efectos, y con ese espíritu, deberían ponerse límites a los fumadores en los lugares cerrados y de uso común. Pero el argumento del gobierno de que está tratando de mejorar la salud pública es hipócrita. El Tesoro español recibe ingresos colosales, directos e indirectos, gracias a este pernicioso hábito. Cada vez que el Estado necesita encontrar una manera de financiar algún gasto excepcional, se cobra un nuevo impuesto al cigarrillo.De hecho, para evitar ese dejo de hipocresía, España debería combinar sus nuevas medidas antitabaco con toda una serie de otras que combatieran las demás cosas en el mundo que pueden llegar a ser perjudiciales. En ninguna parte he oído, por ejemplo, que los autos estén obligados a llevar sobre la puerta lateral del conductor una advertencia, como las que figuran en los atados de cigarrillos, de que "Conducir un auto puede ser causa de muerte, horribles amputaciones, cuadriplejia y homicidio involuntario".Tampoco he visto a nadie que culpe a los bañistas que van a la playa y casi se ahogan, o a los escaladores de montañas que se pierden y se caen de peñascos, y cuyo rescate significa un gasto enorme y pone en peligro la vida de otros. Nadie obliga a alguien a nadar en el mar o a escalar montañas, como nadie obliga a los fumadores a fumar, y sin embargo estos últimos son considerados prácticamente criminales.Debe permitirse que la gente tome decisiones sobre su salud a su antojo, aunque eso implique debilitarla. No dejar fumar a alguien en el trabajo, si esa persona tiene una oficina privada donde fumar no pone en peligro ni molesta a nadie es un acto inaceptable de paternalismo.En lo que se refiere a bares y restaurantes, la prohibición por suerte no es absoluta; a la larga —es decir, luego de enormes protestas y batallas por la ley— en establecimientos de menos de 100 metros cuadrados (espacios que son muy difíciles de dividir en zonas para fumadores y no fumadores), el propietario puede decidir si en el lugar se puede fumar libremente o no. De esa forma, cada ciudadano puede decidir si entra o no — yo, por mi parte, no iré a un restaurante donde no pueda fumar. Hasta el momento, parece que la mayoría de estos bares y restaurantes más pequeños optará por permitir a sus clientes que soplen todas las volutas de humo que quieran, por temor a perderlos.Lo más probable es que los españoles, gente con bastante conciencia cívica en general, no tengan demasiado problema en cumplir la ley, en esencia porque es sólo parcialmente abusiva e irracional. Pero cuidado: el gobierno también está tratando de reducir el consumo de alcohol, y en una medida sin precedente, cambiar los horarios tradicionales del país.La gente en España sigue almorzando alrededor de las 14:30 y cenando a eso de las 10 de la noche; nos acostamos tarde. Los esfuerzos por hacernos más parecidos al resto del mundo en este sentido son una bofetada a la esencia misma de la hispanidad: si llegaran a cambiar nuestros horarios, seremos más como Francia y Suiza —y sin duda, más aburridos.Un Estado totalitario es el que mete la nariz donde no le corresponde y trata de intervenir en todos los aspectos de la vida privada de sus ciudadanos, y muchos gobiernos en la actualidad, sean de izquierda, de derecha o de centro, han desarrollado esta práctica de comportarse como fisgones. La vieja idea de que solamente las dictaduras pueden ser totalitarias resulta terriblemente ingenua en nuestros días.Y lo malo de la ley antitabaco y otras por el estilo es que por desgracia prueban que el totalitarismo ya no es incompatible con los sistemas democráticos que antes garantizaban nuestras libertades.
vIa: Clarín

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